Friday, November 30, 2007

Las páginas de un libro

Sus manos me tocan y me hacen cosquillas. Me desnuda con sus ojos y devora cada una de mis letras. Entiende cada palabra. Suspira en cada letra. Me entiende a la perfección, me piensa. Subjetivamente me lee aunque finge (a veces él mismo lo cree) que es objetivo en su critica. Me retiene en su mente. Me toca. Risas silenciosas, no tengo voz pero si cosquillas. Se entrega y cree ciegamente en cada una de mis ideas. Se da completo a mis historias. Él y yo somos uno, aunque en cada toque femenino, en cada A la piense a ella. No me importa, no soy celosa. Él es mío aunque la piense a ella y es que si me cierra yo me duermo, me esfumo hasta que sus ojos profundos y sus manos grandes me vuelvan a tocar y entonces seremos uno otra vez. Sino es él será otro o quizás será ella quien a veces también lee, no se entrega igual pero si me cree. Yo no tengo memoria ni preferencias. Los amo a todos, a cada uno de mis lectores. Me gusta ser vista, tocada, desnudada. Me encantan sus manos, sus ojos. Lo amo. Me gusta que en su lectura yo entienda el pensamiento y me gusta que cada quien lee algo diferente dentro de las mismas palabras, que nunca cambian, sólo a veces pero nadie lo nota. Él mira al cielo, reflexiona, es que acaba de pasar una A bajo sus ojos y la tiene que sacar para seguir leyendo. La saca de su mente. No le gusta imaginarla. Esta enojado, lo noto, lo leo en sus ojos. Regresa a mí, yo soy leal, yo no traiciono. Mojado. Una lágrima. Él llora. Me gusta conmover (casi nunca lo hago) y es que en realidad soy una página contenta. En mis letras nadie muere, nadie traiciona. Es amor. Pasión. Un beso. Soy él y ella juntos. Soy memoria de lo que aquel que me lee vivió y perdió y por eso llora. Soy pasión, soy sexo, soy historia. Su pasado. Su pecado. Su desliz. Su lágrima y su llanto.

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