Thursday, November 27, 2008
Los niños son deliciosos. Saben un poco a pollo y casi a nada de pescado. Sus madres los ponen gordos gordos y bien presentados para la cena: limpiecitos y envueltos con pantalones y camisas ¡cómo el mejor regalo de alguna tienda muy cara! Lo mejor es agarrarlos en la playa; así están más tostados y crujientes. Me gustan a termino medio: quemaditos por fuera pero que al cortarlos la sangre escurra. Los niños de madres pobres no son tan sabrosos; no están tan gordos y saben medio insípidos. En cambio los hijos de las madres ricas están muy bien sazonados: con especias de otros países y pasteles los días de sus cumpleaños. Lo mejor es agarrarlos después de los ocho pero antes de los doce. Es su mejor época: justo antes de que el brazo derecho decida querer ser independiente y crecer más que el izquierdo. ¡Y ni hablar de la nariz!… Una nariz en su sitio sabe más rica que una que quiere parecerse a las zanahorias. Esto del vegetarismo no es para mí.
1 alcachofazos:
¡Sensacional, simple y sencillamente sensacional!
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