Sunday, January 4, 2009
Un minuto pasó corriendo. Lo siguió un segundo y después un año entero. Los días decidieron competir en bicicletas y cada diez uno se caía para volverse a levantar, tomar agua y seguir en la carrera. Yo trataba de alcanzarlos pero no podía; eran demasiados y demasiado rápidos. No esperan y entonces tuve que volar. Los logré ver desde arriba. Tan chiquitos e indefensos que sólo si están muchos hacen daños, arrugas. Decidí volver a bajar y en vez de querer ganar me dediqué a saltar con los segundos, a bailar con los minutos y a girar y girar y girar y girar con los días. Al girar una le da a los vestidos un toque de magia que a los años les encanta. Los años, curiosos señores que gustan de ver girar, señores grandes y arrugados, viejos que si giras no se amargan y una puede platicar con ellos durante horas. Con un café bien cargado para una conversación más placentera. Esos señores viejos que desde arriba parecen árboles pueden ser muy divertidos. El punto en saltar, bailar y girar y girar y girar y…
0 alcachofazos:
Post a Comment